sábado, 28 de enero de 2017

Gershom Scholem




Gershom Scholem nació en Berlín como Gerhard Scholem el 5 de diciembre de 1897, en el seno de una familia ashkenazí asimilada, como tantas otras familias judías de clase media. Los Scholem llegaron a Berlín a principios del s. XIX. El padre de Gerhard, Arthur, tenía una imprenta rentable que proporcionaba recursos suficientes para que la familia dispusiese de dos empleadas domésticas: una cocinera y una doncella. Educó a sus cuatro hijos varones en el amor a la patria alemana e ignorando su origen judío. 

Gerhard se interesó por el sionismo. Para ridiculizar esta afición de su hijo Gershom, en la Navidad de 1911, su madre colgó en el árbol familiar un retrato de Theodore Herzl. El adolescente Gershom, en contra de la opinión paterna pero ayudado por su madre, comenzó a estudiar hebreo y el Talmud en una escuela judía de Berlín. En 1915 se sumergió en los estudios cabalísticos, a pesar de que reconocía le resultaban prácticamente ininteligibles. Paradójicamente no observaba los preceptos del judaísmo y estaba comprometido con la secularización. 

Sus tres hermanos Reinhold, Erich y Werner se alistaron en el ejército. Reinhold se unió al partido nacionalista Deutsche Volkspartie, mientras que, por el contrario, Werner, de ideología izquierdista, llegaría a afiliarse al partido comunista. En 1915, Werner, luchando en el frente serbio fue herido en un pie y enviado a un hospital para su recuperación. Abandonó la cama y, cojeando y de uniforme, se unió a una manifestación contra la guerra. Fue arrestado y acusado de traición. Este hecho fue origen de una fuerte discusión entre Gerhard y su padre, que lo acusó de que su estilo de vida burgués y su nacionalismo prusiano le impedían solicitar la anulación del juicio de Werner. Arthur echó de casa a Gerhard entregándole un billete de 100 marcos.

Gerhard fue llamado a filas y, tras dos aplazamientos, entró en el ejército donde permaneció dos meses, rechazado por una “psicopatía temporal que le hacía inútil para la guerra”.

Se matriculó en Filosofía y Matemáticas Puras en la Universidad de Berlín, donde solo pudo cursar algunos semestres, traslándose a Berna donde se doctoró en esta segunda disciplina en 1919. Al comienzo de la década de 1920 inició sus estudios de lenguas orientales e historia de las religiones en Munich, donde se graduó cum laude en 1922 con una tesis en la que tradujo y realizó un comentario a los textos cabalísticos Sefer ha-Bahir ("El Libro de la Iluminación").

Conoció en este época a Walter Benjamin, que ejerció una gran influencia en su trayectoria intelectual. Benjamin era un marxista singular interesado por la filosofía del lenguaje, el arte y la literatura. Por su parte, Scholem dedicaba su magisterio al estudio de la Cábala y… a la defensa de su gran amigo Benjamin, cuya obra se truncó prematuramente cuando se suicidó en Port-Bou huyendo de la Gestapo. Si el éxito póstumo de Benjamin obedece a la apoteosis de aquella escuela, éste nunca hubiera sido posible si Scholem no hubiera salvaguardado su legado intelectual como un preciadísimo tesoro, pese a que intelectualmente les separara un abismo real, ya que marxismo y sionismo eran agua y aceite. El cemento de su amistad era la mística.

Scholem conoció también al joven sionista Zalman Rubashov, que con el nombre de Zalman Shazar sería el tercer presidente de Israel, y que lo invitó a una pensión en la parte oeste de Berlín donde se alojaban numerosos inmigrantes judíos procedentes de Euoropa oriental. Inspirado por este espíritu sionista y decepcionado por el nacionalismo alemán, mostró su rechazo a la Gran Guerra en particular y a los nacionalismnos en general, creencia que adoptó en su vida y trasladó a su visión del sionismo. Scholem cambia su nombre alemán de Gerhard por el de Gershom.

A mediados de septiembre de 1923 emigra a Palestina, donde a poco de llegar le ofrecen un puesto de bibliotecario en la sección hebrea de la recién creada Biblioteca Nacional. En ese puesto colecciona y cataloga centenares de manuscritos cabalísticos que hasta ese momento pocos conocían y casi nadie leía. En 1925 se dedica a también a pronunciar conferencias y en 1933 es nombrado profesor de Cábala y Mística judía en la Universidad Hebrea.

En 1948 publica “Las grandes corrientes de la mística judía”, trabajo dedicado a Walter Benjamín. En 1958 recibe el Premio de Israel sobre estudios judíos. En 1960 “La Cábala y su simbolismo”, en el que se analiza una de las figuras emblemáticas de la mística judía, el golem, un hombre creado por arte de magia, acaso en competencia con la creación divina de Adán. Este libro, en el que se aprecia un profundo conocimiento de la historia y la filosofía, despertó gran interés incluso en medios no judíos. En general, en toda su obra, analiza el judaísmo rabínico tradicional desde una óptica intelectual heterodoxa que incluye una visión crítica de pensadores modernos como Marx o Freud. 

En 1958 recibió el Premio Israel. En 1962 publicó “Los orígenes de la Cábala” y fue elegido vicepresidente y, en 1968 presidente, de la Academia israelí de Ciencias y Humanidades. Un año más tarde es nombrado "Digno Ciudadano de Jerusalén". Y en 1977 le entregan el Premio Bialik en reconocimiento al pensamiento judío. El 21 de febrero de 1982 fallece en Jerusalén.

La contribución de Gershom Scholem a la imagen que de sí mismos tienen en este siglo los judíos resulta tan excepcional que nos hallamos lejos de poder codificarla: representa la quintaesencia del pensador judío moderno, y su obra se sitúa, junto con la de Kafka y la de Freud, entre la disputa teológica y las ambigüedades de la secularización. 

Cuando Scholem amplía los parámetros del academicismo judío de forma que incluyan lo heterodoxo, lo irracional, lo místico y lo mágico, está reclamando una historiografía que no se limite a ser un simple registro panegírico de las antiguas gestas judías. Scholem aspira a que escrutemos las peregrinaciones del alma judía tanto en sus incongruencias teológicas como en sus irreverencias históricas. En el corazón de esta empresa filológica (al igual que en el aspecto político, de ensayista, de Scholem) subyace un intento de dar respuestas a «la pregunta sobre la posición del judaísmo y su tradición en un mundo secularizado y tecnológico», una de las cuatro preguntas que plantea en una evaluación programática de «La teología judía en la actualidad».

Las 95 tesis sobre judaísmo y sionismo de Scholem, recién publicadas, abordan cuestiones tales como el problema de la creación, el status ontológico del lenguaje, la relación entre mito y religión teísta, la naturaleza de la justicia y el orden, la esencia de la Torah, su aversión hacia el concepto neorromántico de la experiencia vivida, la inmanencia del mesianismo en el proceso histórico, la relación entre Ley y Comentario, la transmisión entre lo escrito, lo hablado y lo callado. En una de sus tesis el mito cabalístico exterioriza la tensión inherente a la noción de lo mágico, que posee un poder indeterminable para manipular el destino y, por lo tanto, incluso quizá para poner en tela de juicio la soberanía absoluta de Dios. Así el mito, afirma, fue expulsado del judaísmo atemorizado por lo mágico y la teúrgia.

MAG/29.01.2017



No hay comentarios:

Publicar un comentario