Leone Sachs, a quien desde muy pequeña la llamaron Nelly, nació en el elegante barrio berlinés de Tiergarten-viertel el 10 de diciembre de 1891, en el seno de una familia de judíos alemanes. Su padre, William Sachs, era un acaudalado industrial amante de la música. Debido a su estado de salud, Nelly fue educada en su domicilio por instructores privados. La literatura, la música y la danza eran sus materias preferidas. De niña acarició la idea de ser bailarina hasta que en la adolescencia, y ya en una escuela superior de niñas, se decantó por la poesía.
A los diecisiete años publicó poemas en las que mostraba singulares dotes literarias. Eran los tiempos anteriores al advenimiento del nazismo, y en sus poemas iniciales de los años veinte, aun prevalecían las influencias de la poesía cristiana medieval emparentadas con el romanticismo alemán. Luego leyó a Stefan Zweig y a Leo Hirsch. Tras el ascenso nazi en Alemania, Nelly Sachs redescubre las raíces de la herencia literaria judía a través del Zóhar (el libro básico de la Cábala, interpretación mística de la Torá), el jasidismo, la Biblia y la mística de Jakob Böhme.
Desde muy joven entró en contacto con la escritora sueca Selma Lagerlöf, a quien dedicó su primera obra, Leyendas y relatos (1921).
En 1940, a punto de ser ingresada en un campo de concentración, escapó a Suecia gracias a la intervención de Selma Lagerlöf que intercedió ante el príncipe Eugenio de Suecia y consiguió visados para Nelly y su anciana madre, que llegaron a Estocolmo en junio de 1940, unos meses más tarde del fallecimiento de Selma.
Nelly fijó su residencia en un barrio con mayoría de obreros y empleados, situado junto al lago Mälaren, en el sur de Estocolmo. Trabajó inicialmente en una lavandería y, tras estudiar el idioma sueco, comenzó a traducir al alemán las poesías y obras líricas en aquella lengua. Al mismo tiempo no descuidó su propia obra: siguió escribiendo y publicando en idioma alemán. Casi toda su familia fue exterminada por el hitlerismo y en 1957 falleció su madre.
En 1942 publica Vivir bajo amenaza, donde describe la persecución, la búsqueda de una patria, la fuga, y se reflejan los últimos siete años (1933-1940) que pasó en la Alemania nazi. En 1947 publica la antología Olga y granito y En las moradas de la muerte, la primera obra, dedicada a sus "hermanos y hermanas" desaparecidos en los campos de exterminio nazis, con la que logra Nelly Sachs un inmediato reconocimiento. En esta obra ya se percibe el sentido de la existencia judía que arranca en ella desde el originario fondo religioso. Con un lenguaje de sobrio despojamiento, que recoge ecos de los libros proféticos y los Salmos del Antiguo Testamento, evoca en él los padecimientos del pueblo judío a través de un complejo entramado de símbolos que alcanza particular intensidad en la Plegarias por el novio muerto.
La temática de la persecución y la fuga vertebra sus poemarios Eclipse estelar, dedicada a la memoria de su padre, aparecida en 1949, Y nadie sabe más (1957) y Huida y metamorfosis (1959), que serían recogidos en el volumen Más allá del polvo (1961).
En 1950 publica Abraham en Sal, Juego para palabra, mímica y música. La obra de Nelly Sachs que más repercusión ha tenido es, sin duda, Eli, un Misterio sobre la Pasión de Israel, publicada originalmente en 1951. El destino de Israel, al igual que en las obras líricas, se convierte en símbolo de la existencia humana. Es precisamente el eje central de la obra. El desgarrador grito de dolor adquiriría los contornos de la religiosidad en forma de poesía. Tal como en todo el resto de su producción, no necesitó de amenazas ni de venganzas. Muchas veces se encargó ella misma de aclarar que su personaje, "Eli", expresaba al herido antes que al vengador. Esta obra se interpretó incluso por radio, donde se la pudo oír como ópera y con música de Moisés Pergament. Más tarde, en 1962, se lleva a cabo la escenificación de Eli, un Misterio sobre la Pasión de Israel como ópera. Se escucha en ella el angustiante sonido de la flauta de un niño pastor -Eli de ocho años de edad- cuando sus padres son capturados - y luego asesinados- por un soldado de la Alemania nazi, en Polonia. El son de su flauta se hace agudo y conmueve vivamente en el momento del asesinato de los padres. Mijael, un zapatero remendón, seguirá luego los rastros del criminal hasta encontrarlo en una aldea vecina. Atormentado y lleno de remordimientos, el soldado asesino cae rendido a los pies del zapatero. En la pieza se intercalan, asimismo, temas de la leyenda judía de los Lamed vav Tzadikím ("Los 36 Justos Ocultos”).
En Eli, un Misterio sobre la Pasión de Israel oímos en la voz de la lavandera:
"...Lo traigo para ti, Samuel,
lo llevo por atajos, para la noche,
donde los murciélagos hojean en el aire,
como yo hojearía en la Biblia,
para buscar la elegía; allí sale humo,
allí arde y caen piedras.
Te traigo la camisa de tu nieto
la camisa de Eli...".
Resuena luego la desgarradora voz del hombre que desafía su muerte:
"... Donde esta el orden, el orden mundial...
Estoy en la vida,
no estoy muerto...
no estoy colgado...
ni quemado...
ni echado en la tierra vivo... -rugiendo-.
Es un error, un error,
me rompo, me rompo...
Soy un tronco...
estoy en la arena
que era mi carne...".
Walter Jakob, quien preparaba la primera escenificación de este drama, recibió una nota de Nelly Sachs que, con fecha 9 de febrero de 1962, le advertía:
"... Parece que se ha malentendido a Eli, comprendiéndolo como un vengador... Él es más bien la silenciosa, nada dramática figura legendaria, que se desliza a través de todo este misterio sufriéndolo todo…".
Luego de que Eli, un Misterio sobre la Pasión de Israel Eli fuese interpretado en la ópera y en la radio, afirmó Nelly Sachs que cuando ella escribió dicha pieza, estaba "... bajo la reciente impresión de la espantosa experiencia del periodo de Hitler... cuando el humo era trocado en fuego…". Diversos críticos han señalado que el sustantivo "Misterio" -que aquí subtitula la obra - aparece reiteradamente en Nelly Sachs. Y que no se refiere a ritos ni leyendas, sino que lo que la autora persigue es la creación del lenguaje, como único misterio del universo. Fue así como, enfrentada con la insuficiencia del lenguaje poético, intentó un abordaje más amplio a través de la escenificación. Las imágenes, las sombras, la mímica y las palabras, contemplaban en el escenario los huecos de la poesía. Ella intentó siempre que las palabras recuperasen su santidad; y por eso dio batalla en el universo de las letras.
En 1952 Nelly Sachs renuncia a la ciudadanía alemana y adopta la nacionalidad sueca.
En la primavera de 1954 se inicia la correspondencia entre Nelly Sachs y Paul Celan que se extiende a lo largo de casi dieciseis años, hasta finales de 1969. Poetas y exiliados, ambos se vieron obligados a vivir y escribir fuera del ámbito cultural y geográfico de la lengua alemana. Los dos llevaron existencias atormentadas y experimentaron la suerte de su salvación como una culpa. Sus cartas, acompañadas en ocasiones de las primeras versiones de algunos de sus poemas, albergan la amistad de estos dos seres humanos hermanados por la experiencia del sufrimiento y permiten acceder a su actividad creadora.
En 1957 publica También el Sol es apátrida, Elegías a la muerte de mi madre y Nadie sabe más. En ese año la Asociación de Líricos Suecos la distingue con su Premio de Literatura. En 1959 publica Huida y transformación y en 1960 Sansón cae a través de milenios, ópera transmitida por la Radio alemana del Sudoeste. En 1961 publica Viaje adonde no hay polvo, con una omnipresente demanda de la muerte, aunque puede la vida festejar su triunfo; en 1964 se edita una compilación de sus poesías, titulada Poesías Tardías.
Ante la duda de Primo Levi acerca de la posibilidad de que siga existiendo la poesía después del horror de Auschwitz; y en contra de la opinión de Theodor W. Adorno, quien responde negativamente a ese interrogante, la obra de Nelly Sachs es un rotundo mentís. Ella no solo supo hallar las palabras y las imágenes para semejante horror. En su poesía confirió a la mística judía su más alto sentido redentor y enlazó las más violentas figuraciones del martirio con la más elevada espiritualidad de la literatura judía. La obra literaria de Nelly Sachs es la más grande afirmación de que los verdugos de Auschwitz y demás campos de exterminio, mataron a millones de judíos pero nada pudieron contra el espíritu y la sensibilidad del pueblo hebreo.
Nelly Sachs intenta comprender y brindar soporte tanto a víctimas como a verdugos. Ella ve la amenaza del mal como un absoluto, que no afecta solo a las víctimas aunque en ellas se encarne. Leemos entre otros versos, los que siguen:
"...¡Oh, manos! ¿Qué hacíais cuando érais manos de niños pequeños?…
-manos estranguladoras ¿había muerto vuestra madre, vuestra esposa, vuestro hijo?... ¿solo podíais sostener la muerte en las manos, en las manos estranguladoras?
- ¡Oh ladrones de legítimas horas de muerte!, de los últimos suspiros, ladrones de párpados: «buenas noches» ¡Oh las chimeneas sobre las moradas de la muerte!, in-geniosamente ideadas, cuando el cuerpo de Israel se iba, deshecho en humo, por el aire... ¡oh, las chimeneas! ...caminos de libertad para el polvo de Jeremías y Job...".
Y también leemos la congoja de quienes deben llorar a sus muertos. Nos lo dice en estas estrofas:
"... A vosotros, que construís la nueva casa: Cuando eleves de nuevo tus paredes... tu hogar, lugar de reposo, mesa y silla... no cuelgues en él tus lagrimas, que han muerto, que ya no vivirán más contigo en la piedra, ni en la madera,... sino llorar dentro de tu sueño, el breve sueño que todavía debes hacer...".
La literatura de Nelly Sachs tendrá como motivo exclusivo el sufrimiento de sus hermanos y la redención de un destino judío. Fue por eso llamada "la poetisa del destino judío". La Shoá no solo modificó su vida, también inspiró su arte. Llego a afirmar que "...si no hubiera podido escribir (acerca de la Shoá)... no habría podido sobrevivir...". Y que: "...la muerte fue mi maestra... mis metáforas son mis sonidos…”.
Sus poemas, tan ricos en imágenes, no se abren sino lentamente al lector; recargados, como se ha señalado, de pensamientos y visiones que no vuelven la mirada sobre aquella otra gran poetisa judía que fue Else Lasker Schüler. La poesía de Nelly Sachs nos mostró a una mujer creadora aún frente al dolor, la muerte, la ruina.
Dijo de ella el crítico alemán Kurt Pinthus que "... parece que el grito de dolor por el más inhumano asesinato en masa de toda la historia de la humanidad, alcanza en muchos de sus himnos la definitiva altura de lo poético...". "Fue una pródiga autora, su generosidad temática no conoció fronteras. Compuso desde canciones bíblicas hasta piezas de marionetas, recorriendo los más diversos senderos del arte literario”. Por su parte Charlotte Schiffler afirmó que "si los jóvenes quisieran deshacerse del peso histórico y no hablar ya más de culpa, la poesía de Nelly Sachs les saldría al encuentro. Y vale también recordar lo que de los libros de Nelly Sachs dijera el crítico Georg Ludwig Jost: "...no es en la biblioteca donde se han de poner los volúmenes de su obra... antes bien hay que llevarlos dentro del equipo para la tempestad ...allí donde van las cosas esenciales...".
Acerca de su teatro dramático, Nelly Sachs dijo que "...En él intento la realización de un teatro de la palabra, de la mímica y de la música... un teatro del futuro, en el que, como en los antiguos misterios, el hombre entero se ha de expresar, incorporando también mímicamente el cuerpo a esta expresión…”.
La literatura de Nelly Sachs ha llevado a los sitiales más altos los contenidos judaicos de la poesía y la literatura, así como la más bella prosa en idioma alemán.
Nelly Sachs no quiso volver a vivir en Alemania, pese a las distinciones que le otorgó la República Federal Alemana. En los primeros años de postguerra, fue incorporada como Miembro de la Academia Libre de Artes de Hamburgo, la Distinción de Honor de la Asociación Federal de la Industria Alemana en 1959, un año más tarde le otorgan en Meesburg el Premio Droste. En 1961 gana el Premio de la Ciudad de Dortmund (que a partir de 1962 recibe el nombre de "Premio Nelly Sachs”) y en 1965 la Industria Editorial Alemana le concede en Frankfurt el Premio de la Paz.
El 20 de octubre de 1966 comparte el Nobel de Literatura con Shmuel Iosef Agnón. Es la sexta mujer en la historia de los Premios Nobel y la primera judía que gana el Premio Nobel y en representación de Suecia. Entre los considerandos, las autoridades de la Academia Sueca expresaron que "... con intenso y emotivo sentimiento, Nelly Sachs hizo oír al ancho mundo la voz del Pueblo Judío tras la terrible tragedia que lo afectó... ella ha expresado sus líricos lamentos con dolorosa belleza y en dramáticas leyendas ... su simbólico lenguaje corporal combina un inspirado idioma moderno con el retorno a la antigua poética bíblica... identificada plenamente con el misticismo ritual de su pueblo. La señora Sachs ha creado un mundo de imágenes que no esquiva la terrible realidad de los campos de exterminio ni la industrialización de cadáveres, pero al mismo tiempo eleva a los perseguidores, al revelar el genuino duelo de los hombres que se han deshonrado…".
Nelly Sachs, al compartir el Premio con el escritor israelí Shmuel Iosef Agnón, recordó ante las autoridades del Nobel el común origen con un escritor judío que representa al nuevo Estado de Israel, aunque señalando que: "... Agnón representa al Estado de Israel…, yo represento la tragedia sufrida por el Pueblo Judío…”.
El 12 de mayo de 1978 la delgada figura, su alta y tierna voz, los amables movimientos de sus manos y esa especial sensibilidad para contactarse con todos los que la rodearon, se marcharon de este mundo. Nelly Sachs tenía 78 años de edad. Ese año fallece también Shmuel Iosef Agnón.
MAG/04.06.2017
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