viernes, 10 de febrero de 2017

Else Lasker-Schüler




Else Lasker-Schüler (cuyo nombre real era Elisabeth Lasker-Schüler), nació el 11 de febrero de 1869 en Elberfeld (hoy un barrio de Wuppertal), en el seno de una familia de la alta burguesía judía. Su tío era rabino. Else era la menor de los seis hijos de Aaron Schüler, banquero, y Jeannette Kissing. Else creció en el barrio de Brill en Wuppertal y su familia la consideraba una niña prodigio pues a sus 4 años de edad sabía leer y escribir. En 1880 entra en el Lyceum West an der Aue. Cuando ella tenía 13 años muere su hermano preferido, Paul. Abandona el Liceo y sigue su educación en el domicilio familiar. 

En 1894 contrajo un matrimonio de conveniencia con el médico Jonathan Bertold Lasker, hermano del campeón mundial de ajedrez, Emanuel Lasker, y se trasladan a Berlín, donde estudió pintura en la escuela de Simon Goldberg, siendo introducida en el círculo literario por el autor Peter Hille y presentada a algunos bohemios por Julius Hart y E. Mühsam. El 24 de agosto de 1894 Else tuvo un hijo, pero no de su marido, al que llamó Paul, como su querido hermano. Publica sus primeros poemas. 

En 1902 aparece su primer libro de poemas de corte expresionista bajo el título de Styx. El 11 de abril de 1903 se divorcia y el 30 de noviembre de ese año contrae un segundo matrimonio con el escritor Georg Lewin, que ella le cambió el nombre por Herwarth Walden y quien más tarde sería redactor de la revista Der Sturm

Cansada de la vida burguesa, Else Lasker-Schüler se convierte en la figura central de la bohemia berlinesa. Conoce a numerosos artistas expresionistas como Oskar Kokoschka y Franz Marc, fundador con Vasili Kandinski en 1911 el grupo Der Blaue Reiter (El Jinete Azul), así como al escritor Karl Kraus, conocido por su crítica ingeniosa de la prensa, la cultura y la política alemana y austriaca. En 1905 Else publica Der siebente Tag (“El séptimo día”).  

Llevó una vida disparatada; escribió poesía, prosa y teatro alucinados, y encarnó, por encima de lo que las circunstancias se lo permitían, la imagen que se había hecho de ella misma, o se mentía para sobrevivir, en sus reinos imaginarios desde los que concedía prebendas y condecoraciones, y en ocasiones, como a Richard Dehmel, preeminente lírico del modernismo alemán, “diez elefantes blancos, mis palomas plateadas, mis jardines y rosas azucaradas, pomos de ungüento, mis tres negros sudaneses, y mi anillo, en cuya piedra se refleja el cielo. Asigna motes a sus amigos. A Karl Kraus le llama ‘el Papa’, a Gottfried Benn, fundador del expresionismo literario alemán, ‘el Bárbaro’, al novelista y dramaturgo Franz Werfel, ‘el Príncipe de Praga’ y a sí misma ‘Yusuf, príncipe de la Tebas egipcia’.

En 1906 escribe su primera obra en prosa Das Peter-Hille-Buch, (“El Libro de Peter Hille”) tras la muerte de Peter Hille, uno de sus mejores amigos. También en prosa publica en 1907 Die Nächte der Tino von Bagdad (“Las noches de Tino de Bagdad”).

Dos años más tarde escribe una obra de teatro Die Wupper (“El río Wupper”).

En 1910 se separa de Herwarth Walden y se dedica a escribir un libro de poesías titulado Meine Wunder (“Mi milagro”). En 1911 en su poema Mein Volk (“Mi pueblo”) cantó su amor por el pueblo judío con dibujos e ilustraciones que acompañan los textos, pues la escritora sentía una gran atracción por las fuentes orientales, cristianas y judías. 

En 1912 se divorcia de Herwarth Walden y se queda sin recursos económicos. Sus amigos la asisten financieramente y en particular Karl Kraus, pero es con Gottfried Benn con quien se siente atraída y a quien dedica un buen número de poesías de amor. Él la define como la mayor poetisa que jamás ha habido en Alemania. Else publica la novela epistolar Mein Herz (“Mi corazón“) sobre la bohemia berlinesa y su historia imperial. 

Sus composiciones poéticas encierran una metafórica rica y evocadora que describe sentimientos como el amor, la tristeza o la penosa existencia del pueblo judío, una temática esta última que se repite en las Hebräische Balladen (“Baladas hebreas”), publicadas en 1913 y que contribuyeron a fomentar su fama como escritora judía al evocar a la vez los grandes personajes bíblicos y sus propias aventuras sentimentales.

En 1919 escribe Der Malik, una serie de cartas ficticias a su amigo Franz Marc, que se alistó voluntario en la Gran Guerra y murió a los 36 años por el impacto de una esquirla de metralla durante la batalla de Verdún. 

En 1927 la muerte de su hijo Paul sume a Else Lasker-Schüler en una profunda crisis.

En 1932 le otorgan el premio literario más prestigioso de Alemania, el Kreist-Preis, y paradójicamente un año más tarde sus libros se incluyeron en la lista de libros prohibidos por los nazis. La escalada del nacionalsocialismo le hace temer por su vida y Else Lasker-Schüler huye a Zurich el 19 de abril de 1933. Sin embargo a los extranjeros en Suiza se les conceden permisos de residencia de corta duración en un municipio, lo que le obliga a mudarse continuamente de lugar. 

El tema de la persecución de los judíos es el tema central de su última obra teatral Arthur Aronymus. Sus últimas obras están profundamente marcadas por las tradiciones judías y la religiosidad, así como por la soledad del exilio.

Desde Zurich parte a Palestina en 1934 para regresar poco después a Suiza. Y de nuevo emprende en 1937 un viaje a Palestina para establecerse allí definitivamente.

En 1938 el gobierno nazi la desposeyó de su ciudadanía alemana y la II Guerra Mundial impediría cualquier intento de regresar a Europa.

Y así se quedaría Else Lasker-Schüler a morir en la tierra de sus lejanísimos ancestros: esa voz intraducible y casi ni siquiera aproximable en ninguna traducción, pero que no por eso deja de ser una de las más puras e inconfundibles que sonaron en el siglo pasado.

Ein alter Tibetteppich

Deine Seele, die die meine liebet,
Ist verwirkt mit ihr im Teppichtibet.
Strahl in Strahl, verliebte Farben,
Sterne, die sich himmellang umwarben.
Unsere Füße ruhen auf der Kostbarkeit,
Maschentausendabertausendweit.
Süßer Lamasohn auf Moschuspflanzenthron,
Wie lange küßt dein Mund den meinen wohl
Und Wang die Wange buntgeknüpfte Zeiten schon?

(“Un viejo tapiz tibetano”

Tu alma, que por la mía se desvive,
trenzada está con ella en un tapiz del Tibet.
Destello con destello, enamorados colores,
estrellas cielo avante diciéndose de amores.
Nuestros pies en esta joya descansando,
nudos miles y miles ocupando.
Dulce hijo de un Lama sobre un trono de almizcle,
¿desde cuándo se besa tu boca con la mía
y en la mejilla urde del tiempo viva urdimbre?)


Cuando Karl Kraus publicó este poema en su prestigiosa revista Die Fackel (“La Antorcha”), añadió la siguiente nota a pie de página: “El poema aquí citado se cuenta, según pienso, entre los más primorosos y conmovedores que haya leído nunca, y hay pocos, de Goethe acá, en los que –como en este tapiz tibetano– estén entreverados sentido y sonido, palabra e imagen, idioma y alma”. Y aún podrían añadirse otras dos calificadas opiniones, la de Kasimir Edschmied (“Es la más importante poetisa del pueblo judío desde hace siglos”), y la de Friedrich Dürrenmatt: “Veía las cosas como si fuese la primera vez que lo hiciera, y las decía como si fuese la primera vez”. 

El conjunto de su obra muestra una nítida evolución: se inicia con el expresionismo, se convierte en mística y termina con la denuncia apasionada del caos que su alma siente en su entorno.

El estilo de vida bohemio de Else Lasker-Schüler  y su moda excéntrica no tenían fácil acomodo en Jerusalén. Gastó todo el dinero que poseía de una vez y hubo días que no pudo pagarse un lugar para vivir ni alimentos que comprar. Acudieron en su auxilio Heinz Gerling y el poeta Manfred Schturmann que le abrió una cuenta corriente en un banco para cubrir periódicamente sus gastos de alimentación y vivienda a cambio de la publicación de las obras de Else Lasker-Schüler. 

En 1944 la salud de Else Lasker-Schüler se deterioró seriamente. Sufrió un ataque al corazón el 16 de enero y el 22 falleció en Jerusalén. Fue enterrada en Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos. Cuando tiempo después se modificó el trazado urbano del lugar, su tumba desapareció como para justificar un verso de su soneto “Despedida”: “Le hice trampas al mundo, el mundo me las hizo.”

Manfred Schturman fue el fideicomisario del legado de Else Lasker-Schüler y negoció la publicación de sus escritos que eran requeridos con gran interés en la República Federal Alemana, en Alemania Oriental, en Austria y en Suiza por los años ’50 y ’60.

En la casa de Motzstraße 7 en el barrio de Schöneberg en Berlin, donde Else Lasker-Schüler vivió de 1924 a 1933 se fijó una placa de homenaje y parte de esa calle desde 1966 se denomina Else-Lasker-Schüler-Straße. Y en Jerusalén lleva también su nombre una pequeña calle en el barrio de Nayot - Rehov Else.



En el bosque de Jerusalén muy próximo al Kennedy Memorial se levantó en 1997 una escultura moderna denominada ‘Ángel para Jerusalén”, diseñada por d'Horst Meister en honor de Else Lasker-Schüler.


MAG/11.02.2017



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