En la clase de ayer sobre Heinrich Heine el profesor Abella mencionó a Novalis como uno de los representantes del Romanticismo alemán. Copio a continuación una publicación que subí en mi blog sobre Cultura Occidental hace tres años, pero que evidentemente sigue en el mismo nivel de 'actualidad'.
Con un París en fervor de guillotinas, la colmena de principados que ahora es Alemania alumbró a una serie de videntes institucionales, vástagos de la Ilustración del XVIII, y padres del Romanticismo decimonónico, en gestación. La dirección espiritual de estos afluentes se puede atribuir a Goethe, a Schiller, a Fichte, personajes que ya aparecieron en el último libro de Rüdiger Safranski. Entre los más jóvenes de esta bisagra de siglos está Georg Philipp Friedrich von Hardenberg (Novalis), nacido en 1772 en un convento dominico reformado para castillo familiar en el siglo XVII. Su familia noble sajona lo educó según los cánones pietistas. Tomó el nombre de Novalis (el que conquista nuevas tierras) de un antiguo título nobiliario del siglo XII en su aristocrática familia.
Con un París en fervor de guillotinas, la colmena de principados que ahora es Alemania alumbró a una serie de videntes institucionales, vástagos de la Ilustración del XVIII, y padres del Romanticismo decimonónico, en gestación. La dirección espiritual de estos afluentes se puede atribuir a Goethe, a Schiller, a Fichte, personajes que ya aparecieron en el último libro de Rüdiger Safranski. Entre los más jóvenes de esta bisagra de siglos está Georg Philipp Friedrich von Hardenberg (Novalis), nacido en 1772 en un convento dominico reformado para castillo familiar en el siglo XVII. Su familia noble sajona lo educó según los cánones pietistas. Tomó el nombre de Novalis (el que conquista nuevas tierras) de un antiguo título nobiliario del siglo XII en su aristocrática familia.
Realizó sus primeros estudios en el palacio de Lucklum y en la escuela luterana de Eisleben, donde aprendió retórica y literatura antigua; después se trasladó a Jena para estudiar Derecho, asistiendo a los cursos de historia de Friedrich Schiller, a quien acompañó junto al lecho en sus horas de enfermedad, y donde conoció a Johann Gottlieb Fichte, cuya filosofía idealista gravita sobre toda su obra. Transforma el concepto de Fichte de “No yo” (Nicht-Ich) en “Tú” (Du), un sujeto equivalente al Yo (Ich). Éste es el arranque de la 'Religión del Amor' (Liebesreligion) de Novalis.
Aconsejado por Schiller se trasladó en 1791 a Leipzig, donde conoció a los hermanos August y Friedrich von Schlegel, y un año más tarde pasó a Wittenberg, donde ejerció la jurisprudencia. Así pues, Novalis trabó amistad con los más importantes poetas y pensadores del naciente Romanticismo alemán, y de hecho su obra es un reflejo de la nueva sensibilidad que entonces estaba naciendo. También fue íntimo de Ludwig Tieck, trató a Schelling y una tarde coincidió con Hölderlin. Éste y Novalis son dos poetas de "la noche sagrada", pero Hölderlin era el elegíaco pagano, y su vuelta a los dioses míticos no era una simple simbología artística, a la manera de Goethe, o del Schiller de 'Los dioses de Grecia'. En cambio, Novalis, el noble que se dignó a trabajar, algo tuvo de paladín cristiano.
En octubre de 1794, Novalis trabajó como actuario para August Coelestin Just, que no solamente fue su superior, sino también amigo y más tarde su biógrafo. Es en este mismo año de 1794 cuando se produce un hecho determinante en el curso tanto de su vida como de su obra: conoce a Sophie von Kühn, de la que se enamora y con la se promete en secreto. La muerte de su prometida, la jovencísima Sophie von Kühn, a causa de la tuberculosis (1797), le sumió en una profunda crisis espiritual. Este hecho es considerado como el desencadenante de su obra más conocida, los “Himnos de la noche” (Hymnen an die Nacht), escrita en 1800, que junto con los “Fragmentos” (Fragmente), forman casi la totalidad de su producción poética.
En los “Himnos de la noche”, una breve obra compuesta por seis himnos de poemas en prosa y verso, el poeta exalta la noche, identificada con la muerte, como el paso hacia la «vida verdadera», un renacimiento místico en la persona de Dios donde el reencuentro con su amada y con el conjunto del universo sería posible, todo ello evocado por medio de un lenguaje sugestivo y armónico. "Y todo lo que me hizo feliz aquí en la tierra/ huyó, / y también mi tristeza".
El segundo himno encarna todo lo que desde el Siglo de las Luces se ha rechazado por considerarse irracional: la fe, la imaginación, la fantasía, el amor. Y sin embargo, es la noche la que, a la postre, se termina manifestando como la potencia redentora que devuelve al universo su unidad con lo infinito, con la eternidad.
En el quinto himno la “Edad de Oro” es identificada con la Grecia arcaica, un tiempo mítico en el que el ser humano y la naturaleza vivían en plena comunión. Esta edad de oro era vulnerable y de hecho sucumbió ante la potencia destructora de dos enemigos: el propio hombre y la muerte. El primero la destruyó mediante la reducción de la naturaleza a un mecanismo ciego gobernado por la fría razón lógica. Es la operación que lleva cabo la Ilustración.
Para los románticos, naturaleza y hombre se presentan hoy como dos elementos heterogéneos, casi enemigos. De hecho, la técnica –y la ciencia en la que sustenta- no son más que el resultado del esfuerzo humano por dominar la resistencia que la naturaleza ofrece. Pero, según Novalis, esto no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que la naturaleza, animada por fuerzas que hoy no pueden ser percibidas, dejaba transparentar correspondencias, vínculos, y asociaciones, en las que cada elemento hallaba su sentido pleno dentro del conjunto del organismo. Recordemos que la base de esta interpretación hay que buscarla en la teoría del anima mundi, según la cual el mundo es un macro-organismo vivificado por un alma única. De este modo, cada fragmento de él se halla en una relación con el resto análoga a la que hay entre cada célula de un ser vivo y aquéllas que en su conjunto forman el organismo. El ser humano es, dentro de este esquema, una privilegiada parte del cuerpo capaz de sentir en sí mismo esta unidad. Pero no cualquier hombre. Sólo lo puede aquél que posee sensibilidad para percibir la manifestación última de esta armonía plena en la que todo descansa: la belleza. Es decir, el poeta. Únicamente él comprende la fuerza espiritual que mueve el universo porque es la misma que anima su propia actividad.
En un lugar así, los poetas no sólo eran artistas de la palabra, sino seres en los que esa llama vivía de un modo privilegiado; sacerdotes del dulce culto, y a través de él, podían convocar a todas las fuerzas del universo para que revelaran sus secretos. Así, la naturaleza sería para ellos un espacio amigo, un paraje en el que cada ser obedecía al impulso que nace de la belleza.
Los “Fragmentos”, compuestos entre 1795 y 1800, comprenden una serie de apuntes, aforismos y comentarios breves sobre filosofía, estética y literatura, en los que expresa las principales inquietudes y concepciones teóricas del romanticismo. La angustia del poeta es provocada por la fractura que separa al sujeto del objeto, dentro de los estrechos límites fijados por el kantismo: la mediación conceptual falsea la unidad esencial de la vida, de la que participa el poeta, sin poder asirla ni expresarla jamás. El papel asignado al arte se acerca al de la religión, por cuanto tiene la misión de hacer visible aquella intuición absoluta, aunque en sus apuntes Novalis indica que tal acceso debe realizarse desde la autorrevelación del arte como mediación, como falsedad y, por tanto, como absoluta libertad creativa. Junto a estas consideraciones se hallan otras muchas sobre las más variadas materias, desde el esoterismo hasta la matemática y las ciencias, pasando por el derecho y la política. Según explicó su amigo Tieck, Novalis "había desarrollado el plan para una obra enciclopédica propia, en la cual las experiencias e ideas de las diversas ciencias debían explicarse, apoyarse y animarse mutuamente".
En prosa, Novalis publicó en estado fragmentario “Enrique de Ofterdingen” (Heinrich von Ofterdingen), considerada una de las novelas emblemáticas del romanticismo. Novela de aprendizaje, el autor proyecta en ella las obsesiones que guiaron su propia vida. El protagonista, un juglar medieval cuya existencia histórica es incierta, aunque se le supone autor del Cantar de los Nibelungos, debe salir al «exterior» para hallar su propia identidad, a través de los lugares comunes literarios del viaje y del enamoramiento. Las preocupaciones románticas que distinguen la novela se resumen en la imagen de la flor azul (símbolo de la Poesía) que el protagonista ve en sueños, y a cuya búsqueda se dedica. El elemento central de la obra son las reflexiones de Novalis sobre la esencia de la poesía y su objeto. El protagonista, Enrique, indaga sobre la raíz última del arte, que desvela las armonías del yo con la Naturaleza. La formación geológica de Novalis le pudo brindar esta audacia: "¿Serán los cuerpos del sistema solar fosilizaciones… acaso de ángeles?".
La novela inconclusa “Los discípulos de Sais” (Die Lehrlinge zu Sais) presenta una visión alegórica de la naturaleza; escrita durante los estudios geológicos del autor, narra los esfuerzos de un grupo iniciático por desentrañar la verdad sobre la esencia de la naturaleza.
El eje central que configura la cosmovisión de Novalis es una experiencia personal: la muerte de Sophie y la posterior vivencia de su nexo con ella más allá del abismo que aparentemente los separaba. Así lo describe en su diario:
Empecé a leer a Shakespeare –me adentré poco en su lectura. Al atardecer me fui con Sophie. Allí experimente una felicidad indecible –momentos de entusiasmo, como relámpagos- vi cómo la tumba se disolvía ante mí como una nube de polvo –siglos como momentos- sentía la proximidad de ella –me parecía que iba a aparecer de un momento a otro.
En la colina en la que se hallaba la tumba de Sophie, Novalis vive la experiencia de que la muerte es sólo un paso previo, doloroso pero necesario, para el advenimiento de un tipo de unión establecida sobre vínculos más sólidos que los anteriores. A partir de este hecho, el poeta contempla el conjunto del universo movido por un dinamismo en el que el vacío, el momento de la negación, de la nada, es algo requerido para que se cumpla el destino final de todo, que no es otro que la unidad plena en un amor eterno. A pesar de ello, prácticamente todos los críticos coinciden en afirmar que, si bien es indudable que el elemento biográfico es importante para la comprensión de la obra, ésta no se limita a ser una mera sublimación de aquél. Por el contrario, en ella se puede encontrar toda una visión de cosmos que sobrepasa con mucho la descripción de un hecho personal.
Con su ensayo “La Cristiandad o Europa” (Die Christenheit oder Europa), Novalis presenta otra de las características del movimiento con una melancólica añoranza de un tiempo pasado en el que se forja la nación alemana y la Europa cristiana. Novalis expresa toda la nostalgia romántica por la perdida unidad de la Europa cristiana medieval, en una exaltación de la fe cristiana. Ensaya una paz perpetua teológica mirando a tiempos previos a la Reforma: "Hay que volver a la antigua fe católica".
Sus 15 'Cánticos espirituales' (Geistliche Lieder), conjunto de poemas religiosos de gran emotividad, testimonian una fe teñida de piadosa resignación y que fueron escritos por la misma época que sus “Himnos”, a los que prolongan y completan en parte. Están hechos también con una expresión más íntima, sencilla y rítmica y fueron escritos para ser cantados. Cristo aparece en ellos como símbolo de la unidad de poesía y religión y forman parte del cancionero litúrgico del protestantismo. Schubert musicó varios de estos 'Cánticos...'.
En 1798 marchó a Freiberg para estudiar geología y se compromete con Julie von Charpentier. Al año siguiente se convirtió en administrador de minas en Weissenfels, ascendiendo pronto a director. Y a los 28 años de edad es nombrado magistrado (Supernumerar-Amtshauptmann) del distrito de Turingia. Padece tuberculosis desde agosto de 1800 y el 25 de marzo de 1801 muere en Weissenfels.
Las concepciones estéticas de Novalis, cuya obra constituyó un canto a la integración mística de espíritu y naturaleza, influyeron notablemente en el desarrollo posterior del romanticismo europeo.
Su obra publicada en vida se limita a los “Himnos” y a dos series de “Fragmentos”aparecidos en la revista Athenäum en mayo de 1798. El conjunto de su producción fue publicado a su muerte por Friedrich Schlegel y Tieck. La poesía y escritos de Novalis ejercieron influencia en Hermann Hesse, George Mac Donald, C. S. Lewis, … y fueron citados a menudo por Juan Ramón, Aleixandre y Borges. La novelista Penelope Fitzgerald noveló la vida de Novalis, resaltando su educación, su evolución filosófica y poética así como el romance con Sophie en The Blue Flower.MAG/15.12.2016
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