Moses Joseph Roth nació en el seno de una familia judia de habla alemana el 2 de Septiembre de 1894 en Brody (Imperio austrohúngaro, en la actualidad Ucrania). Su madre, Myriam Grübel, pertenecía a una familia de comerciantes judíos. Su abuelo materno era rabino. El padre, Nathum Roth, era miembro de una secta del hasidismo ortodoxo y representante de una firma hamburguesa de granos que almacenaba en Katowice. Al año y medio de casarse, poco antes de que naciera su hijo, en un viaje a Hamburgo para rendir cuentas por la merma de un cargamento, Nathum desapareció para siempre. Años más tarde un tío de Joseph descubrió en Rusia a su cuñado con la mente perdida. Como el judaísmo ortodoxo en Galitzia entendía que la demencia era una maldición divina que se extendía a toda la familia, Myriam Roth informó a sus allegados que su marido se había colgado.
Por su parte Joseph Roth prefería considerarse hijo ilegítimo, unas veces decía que de un oficial austríaco, otras de un conde polaco e incluso de un fabricante vienés de municiones. En cualquier caso, la ausencia del padre se manifiesta a lo largo de la obra de Joseph Roth, asociándola con la pérdida de la patria austro-húngara.
En esa línea de pesimismo, describe su infancia como enmarcada en la pobreza, lo cual no era cierto pues pertenecían a la pequeña burguesía y su madre disponía de una sirvienta. A los 7 años Joseph Roth frecuenta la escuela pública (Handelsschule) del barón Maurice von Hirsch, magnate judío y filántropo, donde se enseña el hebreo y la Torá, pero también el alemán y el polaco. En 1905 Roth asiste a las clases del Liceo del Prícipe Imperial en Brody. Esta enseñanza, bastante costosa, es sufragada por su tío Siegmund Grübel, aunque muy bien aprovechada por el joven Roth, único judío de su promoción que, por su condición, obtiene en 1913 el título de bachiller sub auspiciis imperatoris. Es en esta época cuando escribe sus primeros poemas.
Se inscribe en la Universidad de Lemberg (actualmente Lviv, en Ucrania), donde la enseñanaza es en polaco. Surgen las primeras confrontaciones entre los alumnos de nacionalidades diferentes y también entre las distintas sectas judías (Hasidismo, Haskalá y el movimiento sionista, por el que Roth se inclina). En 1914 Joseph Roth, cuya lengua materna era el alemán, decide trasladarse, acompañado de su madre, a Viena en cuya universidad se matricula. Es en esta etapa de llegada a la gran ciudad cuando la escasez es evidente pues la ocupación rusa de Galitzia impide que el tío Siegmund les envíe dinero. Sin embargo, el entusiasmo de Roth por sus estudios hacen que sus escritos destaquen y su esfuerzo sea reconocido con becas. Además es contratado como preceptor de los hijos de la condesa Trautmannsdorff, lo que permite redondear sus ingresos. Los testigos de la época lo describen como un dandy vienés: pantalón planchado con raya, bastón de caña y monóculo.
Pronto esta situación privilegiada va a deteriorarse rápidamente con el inicio de la Primera Guerra Mundial y la descomposición del imperio austro-húngaro. Inicialmente la posición de Roth era pacifista en contraposición al entusiasmo de la mayoría de sus compañeros universitarios. Pero a medida que pasa el tiempo siente que su postura es incómoda y humillante, y, aunque había sido declarado como no apto para la guerra, el 31 de mayo de 1916 se presenta como voluntario (Einjährig-Freiwilliger) en el 21º Batallón de Cazadores. Durante el período de formación fallece el emperador Francisco-José el 21 de noviembre de 1916 y Joseph Roth es uno de los soldados que acordonan la calle mientras pasa el cortejo fúnebre.
Este momento trágico aparece una y otra vez en la obra de Joseph Roth, en concreto en La Marcha de Radetzky y en La Cripta de los Capuchinos, como una metáfora central de la decadencia del imperio de los Habsburgo y de la pérdida de la patria.
Roth es destinado a su Galitzia natal con la 32ª División de Tropas de Infantería. Durante su servicio militar escribe como corresponsal de guerra para los periódicos Der Abend y Der Friede y publica poemas y textos en prosa en el Österreichs Illustrierter Zeitung. Y poco antes del armisticio se le adscribe al Servicio de Prensa en Lemberg. No hay constancia de que fuera hecho prisionero por los rusos, como él presume.
Tras el fin de la guerra se ve obligado a interrumpir sus estudios, para ganarse la vida. En Viena no encuentra un medio de lograrlo y se marcha a Brody, pero en el camino se ve envuelto en la refriega entre las tropas polacas, checoeslovacas y ucranianas, que a duras penas le permiten regresar a Viena. Finalmente en abril de 1919 consigue un empleo como redactor en Der Neue Tag, donde también escribían Alfred Polgar, Anton Kuh y Egon Erwin Kisch. Se solían reunir en el Café Herrenhof, donde en otoño de ese año conoce a la que sería su esposa Friedrike (Friedl) Reichler.
A finales de abril de 1920 Der Neue Tag deja de publicarse y Roth se marcha a Berlín, donde escribe para distintos periódicos entre ellos el Neuen Berliner Zeitung y el Berliner Börsen-Courier.
Dos años más tarde rompe su colaboración con este último que consideraba muy conservador, pues, aun no siendo socialista practicante, teorizaba con el seudónimo de ‘Joseph el Rojo’ en el diario socialista Vorwärts.
En 1922 Myriam Roth cae enferma de cáncer y es operada en Lemberg, donde su hijo la ve por última vez antes de su fallecimiento.
El 5 de marzo de ese año Roth se casa en Viena con Friederike (Friedl) Reichler, una mujer inteligente pero no intelectual que no responde a lo que Joseph Roth esperaba de ella.
En 1923 Roth trabaja como cronista para el prestigioso Frankfurter Zeitung, desde Alemania o desde Austria, según se encontrase la inflación en uno u otro país. Colaboraba también con el Wiener Sonn-und Montagszeitung, la Neues 8-Uhr-Blatt y Der Tag, todos ellos vieneses. Escribió algunos artículos para la Prager Tageblatt de Praga. Redacta también una novela titulada La Tela de Araña, que aparece por capítulos en el diario Arbeiter-Zeitung de Viena.
Roth considera que su colaboración con el Frankfurter Zeitung no está bien pagada y amenaza con dejar el periódico. Le ofrecen enviarlo de corresponsal a París y se siente entusiasmado en su puesto a lo largo de 1925. Sin embargo, un año más tarde lo sustituyen por Friedrich Sieburg, provocándole una gran decepción. En compensación, el Frankfurter Zeitung le encarga los grandes reportajes y de septiembre a diciembre de 1926 recorre la Unión Soviética, de mayo a junio de 1927 Albania y Yugoslavia, en otoño de este año el Sarre, de mayo a junio de 1928 Polonia y de octubre a noviembre también en 1928 Italia.
Al final de este largo periplo su esposa Friedl da muestras evidentes de esquizofrenia. Roth entra en una crisis profunda pues no acepta que la enfermedad de su mujer sea irreversible y cree que él es culpable pues según los judíos la demencia es un castigo divino. Acuden a consultar a un rabino milagroso hasídico, sin éxito. Es cuando Roth se entrega a la bebida deteriorándose su situación financiera.
Los padres de Friedl se hacen cargo de ella y la llevan a distintos centros de salud mental en los alrededores de Viena. Joseph Roth abandona Alemania y se traslada a París el mismo día, 30 de enero de 1933, del nombramiento de Hitler como canciller, plenamente consciente de lo inevitable de una nueva guerra. Pronto los libros de Joseph Roth fueron prohibidos y quemados en Alemania, convirtiéndose en un escritor proscrito.
En 1935 Friedl es internada en la clínica del Land Mostviertel Amstetten-Mauer y sus padres emigran a Palestina. Joseph Roth solicita la separación. En 1940 Friedl Roth es enviada en dirección de Linz, donde nunca llegó pues los nazis le aplicaron el programa de eutanasia. Su acta de defunción tiene fecha de 15 de julio de 1940.
Aun con la sensación de culpabilidad por la enfermedad de Friedl, en 1929 Joseph Roth conoce a una comediante judía, Silbyl Rares, que trabajaba en el Teatro de Francfort y mantiene con ella una corta relación. Poco después le presentan a una redactora de la revista del grupo Ullstein Gebrauchsgraphik, Andrea Manga Bell, nacida en Hamburgo, hija de una hugonote hamburguesa y de un cubano de raza negra. Estaba casada con el príncipe de Douala y Bonanjo, en la antigua colonia alemana del Cemerún, hijo del rey Rudolf Manga Bell, ejecutado en 1914 por los alemanes. Andrea era la única fuente de subsistencia de sus dos hijos tenidos con el príncipe. La belleza exótica e independencia de Andrea fascina a Joseph Roth, quien pronto ofrece su apartamento a Andrea y a sus dos hijos, que le seguirían en sus viajes. Problemas económicos y los celos de él rompen una relación de nueve años.
A diferencia de otros escritores emigrados, Roth encuentra oportunidades para publicar sus trabajos en las revistas del exilio Das neue Tage-Buch y en las neerlandesas Querido y Lange, así como la editora cristiana De Gemeenschap, lo que le obliga a viajar con frecuencia a los Países Bajos.
En el verano de 1936, Roth viaja a la ciudad belga de Ostende por invitación del también escritor austrohúngaro y judío Stefan Zweig, quien le introduce a la escritora Irmgard Keun con quien compartiría su afición al alcohol y un apartamento en el Hôtel Foyot de París, que es demolido por vetusto en el invierno de 1937. De nuevo Roth siente que es expulsado de una parcela de ‘su patria’. Alquila una pequeña habitación encima de su café habitual, el Café Tournon. Y otra vez más el carácter celoso de Roth hace que Irmgard lo abandone en 1938.
A partir de ahora sus finanzas y su salud se deterioran significativamente. Stefan Zweig le socorre con generosidad. El 23 de mayo de 1939 Roth se desvanece delante del CaféTouron y es llevado por unos indigentes al Hospital Necker. Cuatro días más tarde fallece por una doble inflamación pulmonar favorecida por un alcoholismo agudo.
El 30 de mayo es enterrado en el cementerio de Thiais en el sur de París, con ceremonia religiosa católica, a la que asistieron judíos y católicos, comunistas y monárquicos. Sobre la piedra de su tumba figura esta humilde inscripción: Écrivain autrichien – mort à Paris en exil. Aquel hombre se llamaba Joseph Roth y fue uno de los más grandes escritores del siglo XX. En su ciudad natal de Brody se ha erigido una pequeña placa conmemorativa en ucraniano y alemán, en recuerdo de su hijo distinguido.
El éxito como novelista le llegó a Joseph Roth tras la publicación de "Job" y, sobre todo, "La marcha de Radetzky" en 1932, donde cuenta las vicisitudes de una familia en plena decadencia del Imperio austrohúngaro. La amarga experiencia del derrumbamiento del mundo de los Habsburgo y sus consecuencias psicológicas, así como la obligada marcha de los judíos de Europa central hacia Occidente, fueron desde el inicio los temas centrales en su obra. Utiliza en sus obras un lenguaje claro, directo y elegante, aunque desencantado. Su estilo literario mudó del expresionismo alemán hacia la llamada "nueva objetividad”. Entre otras muchas obras, aparte de las ya citadas, son relevantes "Fuga sin fin", "La leyenda del Santo Bebedor", "La cripta de los Capuchinos" y "La rebelión".
Llegó a obtener bastante popularidad y a convertirse en uno de los más conocidos escritores de la Europa de entreguerras.". En “El busto del Emperador” describió el desarraigo de quienes vieron dividirse en naciones aquella Europa cosmopolita bajo el odio de la Gran Guerra. «Hablaba igual de bien prácticamente todas las lenguas europeas, se sentía en casa en la mayoría de los países europeos».
Poco antes de morir había escrito una novela corta a la que tituló «La leyenda del santo bebedor». En ella escribió «denos Dios a todos nosotros, bebedores, tan liviana y hermosa muerte». Una muerte de absentas y borracheras. En otra de sus novelas más celebradas, «La marcha Radetzky», definió mejor que nadie la necesidad de alcohol de aquellos que «beben con sed del alma, que es la sed del bebedor».
Siendo judío, asumió posturas asimilacionistas y se alejo del sionismo, y parece que recibió el bautismo católico. «Mi judaísmo nunca me pareció nada más que un atributo accidental, algo así como mi bigote rubio -que lo mismo podría haber sido negro-. Nunca sufrí por ello. Nunca me enorgullecí de ello», escribió en una carta a Stefan Zweig. Su identidad era la de un continente, Europa, que por entonces significaba algo más que un accidente geográfico. Escribió Roth que «bajo el imperio multinacional de los Habsburgo las minorías se encontraban en una casa amplía», una libertad que desapareció cuando la casa era de los magiares o de los checos. Supo describir mejor que nadie las amenazas de los años treinta.
MAG/21.12.2016