miércoles, 21 de diciembre de 2016

Joseph Roth




Moses Joseph Roth nació en el seno de una familia judia de habla alemana el 2 de Septiembre de 1894 en Brody (Imperio austrohúngaro, en la actualidad Ucrania). Su madre, Myriam Grübel, pertenecía a una familia de comerciantes judíos. Su abuelo materno era rabino. El padre, Nathum Roth, era miembro de una secta del hasidismo ortodoxo y representante de una firma hamburguesa de granos que almacenaba en Katowice. Al año y medio de casarse, poco antes de que naciera su hijo, en un viaje a Hamburgo para rendir cuentas por la merma de un cargamento, Nathum desapareció para siempre. Años más tarde un tío de Joseph descubrió en Rusia a su cuñado con la mente perdida. Como el judaísmo ortodoxo en Galitzia entendía que la demencia era una maldición divina que se extendía a toda la familia, Myriam Roth informó a sus allegados que su marido se había colgado.

Por su parte Joseph Roth prefería considerarse hijo ilegítimo, unas veces decía que de un oficial austríaco, otras de un conde polaco e incluso de un fabricante vienés de municiones. En cualquier caso, la ausencia del padre se manifiesta a lo largo de la obra de Joseph Roth, asociándola con la pérdida de la patria austro-húngara. 

En esa línea de pesimismo, describe su infancia como enmarcada en la pobreza, lo cual no era cierto pues pertenecían a la pequeña burguesía y su madre disponía de una sirvienta. A los 7 años Joseph Roth frecuenta la escuela pública (Handelsschule) del barón Maurice von Hirsch, magnate judío y filántropo, donde se enseña el hebreo y la Torá, pero también el alemán y el polaco. En 1905 Roth asiste a las clases del Liceo del Prícipe Imperial en Brody. Esta enseñanza, bastante costosa, es sufragada por su tío Siegmund Grübel, aunque muy bien aprovechada por el joven Roth, único judío de su promoción que, por su condición, obtiene en 1913 el título de bachiller sub auspiciis imperatoris. Es en esta época cuando escribe sus primeros poemas. 

Se inscribe en la Universidad de Lemberg (actualmente Lviv, en Ucrania), donde la enseñanaza es en polaco. Surgen las primeras confrontaciones entre los alumnos de nacionalidades diferentes y también entre las distintas sectas judías (Hasidismo, Haskalá y el movimiento sionista, por el que Roth se inclina). En 1914 Joseph Roth, cuya lengua materna era el alemán, decide trasladarse, acompañado de su madre, a Viena en cuya universidad se matricula. Es en esta etapa de llegada  a la gran ciudad cuando la escasez es evidente pues la ocupación rusa de Galitzia impide que el tío Siegmund les envíe dinero. Sin embargo, el entusiasmo de Roth por sus estudios hacen que sus escritos destaquen y su esfuerzo sea reconocido con becas. Además es contratado como preceptor de los hijos de la condesa Trautmannsdorff, lo que permite redondear sus ingresos. Los testigos de la época lo describen como un dandy vienés: pantalón planchado con raya, bastón de caña y monóculo.

Pronto esta situación privilegiada va a deteriorarse rápidamente con el inicio de la Primera Guerra Mundial y la descomposición del imperio austro-húngaro. Inicialmente la posición de Roth era pacifista en contraposición al entusiasmo de la mayoría de sus compañeros universitarios. Pero a medida que pasa el tiempo siente que su postura es incómoda y humillante, y, aunque había sido declarado como no apto para la guerra, el 31 de mayo de 1916 se presenta como voluntario (Einjährig-Freiwilliger) en el 21º Batallón de Cazadores. Durante el período de formación fallece el emperador Francisco-José el 21 de noviembre de 1916 y Joseph Roth es uno de los soldados que acordonan la calle mientras pasa el cortejo fúnebre.

Este momento trágico aparece una y otra vez en la obra de Joseph Roth, en concreto en La Marcha de Radetzky y en La Cripta de los Capuchinos, como una metáfora central de la decadencia del imperio de los Habsburgo y de la pérdida de la patria.

Roth es destinado a su Galitzia natal con la 32ª División de Tropas de Infantería. Durante su servicio militar escribe como corresponsal de guerra para los periódicos Der Abend y Der Friede y publica poemas y textos en prosa en el Österreichs Illustrierter Zeitung. Y poco antes del armisticio se le adscribe al Servicio de Prensa en Lemberg. No hay constancia de que fuera hecho prisionero por los rusos, como él presume.

Tras el fin de la guerra se ve obligado a interrumpir sus estudios, para ganarse la vida. En Viena no encuentra un medio de lograrlo y se marcha a Brody, pero en el camino se ve envuelto en la refriega entre las tropas polacas, checoeslovacas y ucranianas, que a duras penas le permiten regresar a Viena. Finalmente en abril de 1919 consigue un empleo como redactor en Der Neue Tag, donde también escribían Alfred Polgar, Anton Kuh y Egon Erwin Kisch. Se solían reunir en el Café Herrenhof, donde en otoño de ese año conoce a la que sería su esposa Friedrike (Friedl) Reichler.

A finales de abril de 1920 Der Neue Tag deja de publicarse y Roth se marcha a Berlín, donde escribe para distintos periódicos entre ellos el Neuen Berliner Zeitung y el Berliner Börsen-Courier.
Dos años más tarde rompe su colaboración con este último que consideraba muy conservador, pues, aun no siendo socialista practicante, teorizaba con el seudónimo de ‘Joseph el Rojo’ en el diario socialista Vorwärts.

En 1922 Myriam Roth cae enferma de cáncer y es operada en Lemberg, donde su hijo la ve por última vez antes de su fallecimiento.

El 5 de marzo de ese año Roth se casa en Viena con Friederike (Friedl) Reichler, una mujer inteligente pero no intelectual que no responde a lo que Joseph Roth esperaba de ella.

En 1923 Roth trabaja como cronista para el prestigioso Frankfurter Zeitung, desde Alemania o desde Austria, según se encontrase la inflación en uno u otro país. Colaboraba también con el Wiener Sonn-und Montagszeitung, la Neues 8-Uhr-Blatt y Der Tag, todos ellos vieneses. Escribió algunos  artículos para la  Prager Tageblatt de Praga. Redacta también una novela titulada La Tela de Araña, que aparece por capítulos en el diario Arbeiter-Zeitung de Viena.

Roth considera que su colaboración con el Frankfurter Zeitung no está bien pagada y amenaza con dejar el periódico. Le ofrecen enviarlo de corresponsal a París y se siente entusiasmado en su puesto a lo largo de 1925. Sin embargo, un año más tarde lo sustituyen por Friedrich Sieburg, provocándole una gran decepción. En compensación, el Frankfurter Zeitung le encarga los grandes reportajes y de septiembre a diciembre de 1926 recorre la Unión Soviética, de mayo a junio de 1927 Albania y Yugoslavia, en otoño de este año el Sarre, de mayo a junio de 1928 Polonia y de octubre a noviembre también en 1928 Italia.

Al final de este largo periplo su esposa Friedl da muestras evidentes de esquizofrenia. Roth entra en una crisis profunda pues no acepta que la enfermedad de su mujer sea irreversible y cree que él es culpable pues según los judíos la demencia es un castigo divino. Acuden a consultar a un rabino milagroso hasídico, sin éxito. Es cuando Roth se entrega a la bebida deteriorándose su situación financiera.

Los padres de Friedl se hacen cargo de ella y la llevan a distintos centros de salud mental en los alrededores de Viena. Joseph Roth abandona Alemania y se traslada a París el mismo día, 30 de enero de 1933, del nombramiento de Hitler como canciller, plenamente consciente de lo inevitable de una nueva guerra. Pronto los libros de Joseph Roth fueron prohibidos y quemados en Alemania, convirtiéndose en un escritor proscrito.

En 1935 Friedl es internada en la clínica del Land Mostviertel Amstetten-Mauer y sus padres emigran a Palestina. Joseph Roth solicita la separación. En 1940 Friedl Roth es enviada en dirección de Linz, donde nunca llegó pues los nazis le aplicaron el programa de eutanasia. Su acta de defunción tiene fecha de 15 de julio de 1940.

Aun con la sensación de culpabilidad por la enfermedad de Friedl, en 1929 Joseph Roth conoce a una comediante judía, Silbyl Rares, que trabajaba en el Teatro de Francfort y mantiene con ella una corta relación. Poco después le presentan a una redactora de la revista del grupo Ullstein Gebrauchsgraphik, Andrea Manga Bell, nacida en Hamburgo, hija de una hugonote hamburguesa y de un cubano de raza negra. Estaba casada con el príncipe de Douala y Bonanjo, en la antigua colonia alemana del Cemerún, hijo del rey Rudolf Manga Bell, ejecutado en 1914 por los alemanes. Andrea era la única fuente de subsistencia de sus dos hijos tenidos con el príncipe. La belleza exótica e independencia de Andrea fascina a Joseph Roth, quien pronto ofrece su  apartamento a Andrea y a sus dos hijos, que le seguirían en sus viajes. Problemas económicos y los celos de él rompen una relación de nueve años.

A diferencia de otros escritores emigrados, Roth encuentra oportunidades para publicar sus trabajos en las revistas del exilio Das neue Tage-Buch y en las neerlandesas Querido y Lange, así como la editora cristiana De Gemeenschap, lo que le obliga a viajar con frecuencia a los Países Bajos.

En el verano de 1936, Roth viaja a la ciudad belga de Ostende por invitación del también escritor austrohúngaro y judío Stefan Zweig, quien le introduce a la escritora Irmgard Keun con quien compartiría su afición al alcohol y un apartamento en el Hôtel Foyot de París, que es demolido por vetusto en el invierno de 1937. De nuevo Roth siente que es expulsado de una parcela de ‘su patria’. Alquila una pequeña habitación encima de su café habitual, el Café Tournon. Y otra vez más el carácter celoso de Roth hace que Irmgard lo abandone en 1938.

A partir de ahora sus finanzas y su salud se deterioran significativamente. Stefan Zweig le socorre con generosidad. El 23 de mayo de 1939 Roth se desvanece delante del CaféTouron y es llevado por unos indigentes al Hospital Necker. Cuatro días más tarde fallece por una doble inflamación pulmonar favorecida por un alcoholismo agudo.

El 30 de mayo es enterrado en el cementerio de Thiais en el sur de París, con ceremonia religiosa católica, a la que asistieron judíos y católicos, comunistas y monárquicos. Sobre la piedra de su tumba figura esta humilde inscripción: Écrivain autrichien – mort à Paris en exil. Aquel hombre se llamaba Joseph Roth y fue uno de los más grandes escritores del siglo XX. En su ciudad natal de Brody se ha erigido una pequeña placa conmemorativa en ucraniano y alemán, en recuerdo de su hijo distinguido.

El éxito como novelista le llegó a Joseph Roth tras la publicación de "Job" y, sobre todo, "La marcha de Radetzky" en 1932, donde cuenta las vicisitudes de una familia en plena decadencia del Imperio austrohúngaro. La amarga experiencia del derrumbamiento del mundo de los Habsburgo y sus consecuencias psicológicas, así como la obligada marcha de los judíos de Europa central hacia Occidente, fueron desde el inicio los temas centrales en su obra. Utiliza en sus obras un lenguaje claro, directo y elegante, aunque desencantado. Su estilo literario mudó del expresionismo alemán hacia la llamada "nueva objetividad”. Entre otras muchas obras, aparte de las ya citadas, son relevantes "Fuga sin fin", "La leyenda del Santo Bebedor", "La cripta de los Capuchinos" y "La rebelión". 

Llegó a obtener bastante popularidad y a convertirse en uno de los más conocidos escritores de la Europa de entreguerras.". En “El busto del Emperador” describió el desarraigo de quienes vieron dividirse en naciones aquella Europa cosmopolita bajo el odio de la Gran Guerra. «Hablaba igual de bien prácticamente todas las lenguas europeas, se sentía en casa en la mayoría de los países europeos».

Poco antes de morir había escrito una novela corta a la que tituló «La leyenda del santo bebedor». En ella escribió «denos Dios a todos nosotros, bebedores, tan liviana y hermosa muerte». Una muerte de absentas y borracheras. En otra de sus novelas más celebradas, «La marcha Radetzky», definió mejor que nadie la necesidad de alcohol de aquellos que «beben con sed del alma, que es la sed del bebedor».

Siendo judío, asumió posturas asimilacionistas y se alejo del sionismo, y parece que recibió el bautismo católico. «Mi judaísmo nunca me pareció nada más que un atributo accidental, algo así como mi bigote rubio -que lo mismo podría haber sido negro-. Nunca sufrí por ello. Nunca me enorgullecí de ello», escribió en una carta a Stefan Zweig. Su identidad era la de un continente, Europa, que por entonces significaba algo más que un accidente geográfico. Escribió Roth que «bajo el imperio multinacional de los Habsburgo las minorías se encontraban en una casa amplía», una libertad que desapareció cuando la casa era de los magiares o de los checos. Supo describir mejor que nadie las amenazas de los años treinta. 

MAG/21.12.2016





jueves, 15 de diciembre de 2016

Novalis



En la clase de ayer sobre Heinrich Heine el profesor Abella mencionó a Novalis como uno de los representantes del Romanticismo alemán. Copio a continuación una publicación que subí en mi blog sobre Cultura Occidental hace tres años, pero que evidentemente sigue en el mismo nivel de 'actualidad'.

Con un París en fervor de guillotinas, la colmena de principados que ahora es Alemania alumbró a una serie de videntes institucionales, vástagos de la Ilustración del XVIII, y padres del Romanticismo decimonónico, en gestación. La dirección espiritual de estos afluentes se puede atribuir a Goethe, a Schiller, a Fichte, personajes que ya aparecieron en el último libro de Rüdiger Safranski. Entre los más jóvenes de esta bisagra de siglos está Georg Philipp Friedrich von Hardenberg (Novalis), nacido en 1772 en un convento dominico reformado para castillo familiar en el siglo XVII. Su familia noble sajona lo educó según los cánones pietistas. Tomó el nombre de Novalis (el que conquista nuevas tierras) de un antiguo título nobiliario del siglo XII en su aristocrática familia.

Realizó sus primeros estudios en el palacio de Lucklum y en la escuela luterana de Eisleben, donde aprendió retórica y literatura antigua; después se trasladó a Jena para estudiar Derecho, asistiendo a los cursos de historia de Friedrich Schiller, a quien acompañó junto al lecho en sus horas de enfermedad, y donde conoció a Johann Gottlieb Fichte, cuya filosofía idealista gravita sobre toda su obra. Transforma el concepto de Fichte de “No yo” (Nicht-Ich) en “” (Du), un sujeto equivalente al Yo (Ich). Éste es el arranque de la 'Religión del Amor' (Liebesreligion) de Novalis.

Aconsejado por Schiller se trasladó en 1791 a Leipzig, donde conoció a los hermanos August y Friedrich von Schlegel, y un año más tarde pasó a Wittenberg, donde ejerció la jurisprudencia. Así pues, Novalis trabó amistad con los más importantes poetas y pensadores del naciente Romanticismo alemán, y de hecho su obra es un reflejo de la nueva sensibilidad que entonces estaba naciendo. También fue íntimo de Ludwig Tieck, trató a Schelling y una tarde coincidió con Hölderlin. Éste y Novalis son dos poetas de "la noche sagrada", pero Hölderlin era el elegíaco pagano, y su vuelta a los dioses míticos no era una simple simbología artística, a la manera de Goethe, o del Schiller de 'Los dioses de Grecia'. En cambio, Novalis, el noble que se dignó a trabajar, algo tuvo de paladín cristiano.

En octubre de 1794, Novalis trabajó como actuario para August Coelestin Just, que no solamente fue su superior, sino también amigo y más tarde su biógrafo. Es en este mismo año de 1794 cuando se produce un hecho determinante en el curso tanto de su vida como de su obra: conoce a Sophie von Kühn, de la que se enamora y con la se promete en secreto. La muerte de su prometida, la jovencísima Sophie von Kühn, a causa de la tuberculosis (1797), le sumió en una profunda crisis espiritual. Este hecho es considerado como el desencadenante de su obra más conocida, los “Himnos de la noche” (Hymnen an die Nacht), escrita en 1800, que junto con los “Fragmentos” (Fragmente), forman casi la totalidad de su producción poética. 

En los “Himnos de la noche”, una breve obra compuesta por seis himnos de poemas en prosa y verso, el poeta exalta la noche, identificada con la muerte, como el paso hacia la «vida verdadera», un renacimiento místico en la persona de Dios donde el reencuentro con su amada y con el conjunto del universo sería posible, todo ello evocado por medio de un lenguaje sugestivo y armónico. "Y todo lo que me hizo feliz aquí en la tierra/ huyó, / y también mi tristeza". 

El segundo himno encarna todo lo que desde el Siglo de las Luces se ha rechazado por considerarse irracional: la fe, la imaginación, la fantasía, el amor. Y sin embargo, es la noche la que, a la postre, se termina manifestando como la potencia redentora que devuelve al universo su unidad con lo infinito, con la eternidad.

En el quinto himno la “Edad de Oro” es identificada con la Grecia arcaica, un tiempo mítico en el que el ser humano y la naturaleza vivían en plena comunión. Esta edad de oro era vulnerable y de hecho sucumbió ante la potencia destructora de dos enemigos: el propio hombre y la muerte. El primero la destruyó mediante la reducción de la naturaleza a un mecanismo ciego gobernado por la fría razón lógica. Es la operación que lleva cabo la Ilustración. 

Para los románticos, naturaleza y hombre se presentan hoy como dos elementos heterogéneos, casi enemigos. De hecho, la técnica –y la ciencia en la que sustenta- no son más que el resultado del esfuerzo humano por dominar la resistencia que la naturaleza ofrece. Pero, según Novalis, esto no siempre fue así. Hubo un tiempo en el que la naturaleza, animada por fuerzas que hoy no pueden ser percibidas, dejaba transparentar correspondencias, vínculos, y asociaciones, en las que cada elemento hallaba su sentido pleno dentro del conjunto del organismo. Recordemos que la base de esta interpretación hay que buscarla en la teoría del anima mundi, según la cual el mundo es un macro-organismo vivificado por un alma única. De este modo, cada fragmento de él se halla en una relación con el resto análoga a la que hay entre cada célula de un ser vivo y aquéllas que en su conjunto forman el organismo. El ser humano es, dentro de este esquema, una privilegiada parte del cuerpo capaz de sentir en sí mismo esta unidad. Pero no cualquier hombre. Sólo lo puede aquél que posee sensibilidad para percibir la manifestación última de esta armonía plena en la que todo descansa: la belleza. Es decir, el poeta. Únicamente él comprende la fuerza espiritual que mueve el universo porque es la misma que anima su propia actividad.

En un lugar así, los poetas no sólo eran artistas de la palabra, sino seres en los que esa llama vivía de un modo privilegiado; sacerdotes del dulce culto, y a través de él, podían convocar a todas las fuerzas del universo para que revelaran sus secretos. Así, la naturaleza sería para ellos un espacio amigo, un paraje en el que cada ser obedecía al impulso que nace de la belleza.

Los “Fragmentos”, compuestos entre 1795 y 1800, comprenden una serie de apuntes, aforismos y comentarios breves sobre filosofía, estética y literatura, en los que expresa las principales inquietudes y concepciones teóricas del romanticismo. La angustia del poeta es provocada por la fractura que separa al sujeto del objeto, dentro de los estrechos límites fijados por el kantismo: la mediación conceptual falsea la unidad esencial de la vida, de la que participa el poeta, sin poder asirla ni expresarla jamás. El papel asignado al arte se acerca al de la religión, por cuanto tiene la misión de hacer visible aquella intuición absoluta, aunque en sus apuntes Novalis indica que tal acceso debe realizarse desde la autorrevelación del arte como mediación, como falsedad y, por tanto, como absoluta libertad creativa. Junto a estas consideraciones se hallan otras muchas sobre las más variadas materias, desde el esoterismo hasta la matemática y las ciencias, pasando por el derecho y la política. Según explicó su amigo Tieck, Novalis "había desarrollado el plan para una obra enciclopédica propia, en la cual las experiencias e ideas de las diversas ciencias debían explicarse, apoyarse y animarse mutuamente".

En prosa, Novalis publicó en estado fragmentario “Enrique de Ofterdingen” (Heinrich von Ofterdingen), considerada una de las novelas emblemáticas del romanticismo. Novela de aprendizaje, el autor proyecta en ella las obsesiones que guiaron su propia vida. El protagonista, un juglar medieval cuya existencia histórica es incierta, aunque se le supone autor del Cantar de los Nibelungos, debe salir al «exterior» para hallar su propia identidad, a través de los lugares comunes literarios del viaje y del enamoramiento. Las preocupaciones románticas que distinguen la novela se resumen en la imagen de la flor azul (símbolo de la Poesía) que el protagonista ve en sueños, y a cuya búsqueda se dedica. El elemento central de la obra son las reflexiones de Novalis sobre la esencia de la poesía y su objeto. El protagonista, Enrique, indaga sobre la raíz última del arte, que desvela las armonías del yo con la Naturaleza. La formación geológica de Novalis le pudo brindar esta audacia: "¿Serán los cuerpos del sistema solar fosilizaciones… acaso de ángeles?".

La novela inconclusa “Los discípulos de Sais” (Die Lehrlinge zu Sais) presenta una visión alegórica de la naturaleza; escrita durante los estudios geológicos del autor, narra los esfuerzos de un grupo iniciático por desentrañar la verdad sobre la esencia de la naturaleza. 

El eje central que configura la cosmovisión de Novalis es una experiencia personal: la muerte de Sophie y la posterior vivencia de su nexo con ella más allá del abismo que aparentemente los separaba. Así lo describe en su diario:

Empecé a leer a Shakespeare –me adentré poco en su lectura. Al atardecer me fui con Sophie. Allí experimente una felicidad indecible –momentos de entusiasmo, como relámpagos- vi cómo la tumba se disolvía ante mí como una nube de polvo –siglos como momentos- sentía la proximidad de ella –me parecía que iba a aparecer de un momento a otro.

En la colina en la que se hallaba la tumba de Sophie, Novalis vive la experiencia de que la muerte es sólo un paso previo, doloroso pero necesario, para el advenimiento de un tipo de unión establecida sobre vínculos más sólidos que los anteriores. A partir de este hecho, el poeta contempla el conjunto del universo movido por un dinamismo en el que el vacío, el momento de la negación, de la nada, es algo requerido para que se cumpla el destino final de todo, que no es otro que la unidad plena en un amor eterno. A pesar de ello, prácticamente todos los críticos coinciden en afirmar que, si bien es indudable que el elemento biográfico es importante para la comprensión de la obra, ésta no se limita a ser una mera sublimación de aquél. Por el contrario, en ella se puede encontrar toda una visión de cosmos que sobrepasa con mucho la descripción de un hecho personal.

Con su ensayo “La Cristiandad o Europa” (Die Christenheit oder Europa)Novalis presenta otra de las características del movimiento con una melancólica añoranza de un tiempo pasado en el que se forja la nación alemana y la Europa cristiana. Novalis expresa toda la nostalgia romántica por la perdida unidad de la Europa cristiana medieval, en una exaltación de la fe cristiana. Ensaya una paz perpetua teológica mirando a tiempos previos a la Reforma: "Hay que volver a la antigua fe católica".

Sus 15 'Cánticos espirituales' (Geistliche Lieder), conjunto de poemas religiosos de gran emotividad, testimonian una fe teñida de piadosa resignación y que fueron escritos por la misma época que sus “Himnos”, a los que prolongan y completan en parte. Están hechos también con una expresión más íntima, sencilla y rítmica y fueron escritos para ser cantados. Cristo aparece en ellos como símbolo de la unidad de poesía y religión y forman parte del cancionero litúrgico del protestantismo. Schubert musicó varios de estos 'Cánticos...'.

En 1798 marchó a Freiberg para estudiar geología y se compromete con Julie von Charpentier. Al año siguiente se convirtió en administrador de minas en Weissenfels, ascendiendo pronto a director. Y a los 28 años de edad es nombrado magistrado (Supernumerar-Amtshauptmann) del distrito de Turingia. Padece tuberculosis desde agosto de 1800 y el 25 de marzo de 1801 muere en Weissenfels.

Las concepciones estéticas de Novalis, cuya obra constituyó un canto a la integración mística de espíritu y naturaleza, influyeron notablemente en el desarrollo posterior del romanticismo europeo. 

Su obra publicada en vida se limita a los “Himnos” y a dos series de “Fragmentos”aparecidos en la revista Athenäum en mayo de 1798. El conjunto de su producción fue publicado a su muerte por Friedrich Schlegel y Tieck. La poesía y escritos de Novalis ejercieron influencia en Hermann Hesse, George Mac Donald, C. S. Lewis, … y fueron citados a menudo por Juan Ramón, Aleixandre y Borges. La novelista Penelope Fitzgerald noveló la vida de Novalis, resaltando su educación, su evolución filosófica y poética así como el romance con Sophie en The Blue Flower.

MAG/15.12.2016